Justificación
Como ya expliqué en el primer artículo (Con la A: Alumbramiento), y dejando polémicas aparte, la letra "Ch" no se utiliza ya en el proceso de ordenación alfabética de las palabras -no la hallaréis en la autonumeración de viñetas de Word, por ejemplo: a), b), c), d) e)...-, y por ello las palabras con esta inicial se incluyen dentro del capítulo de la "C" (entre ce- y ci-). Sin embargo, como heredera de la letra "ji" del alfabeto griego -su sonido no existía en latín-, y como cuarta letra del abecedario castellano que es, bien merece en este blog una entrada.
El fonema (conjunto de rasgos pertinentes de un sonido que lo diferencian de otro en una lengua) al que representa la letra Ch- es muy peculiar: /t∫/ palatal en su punto de articulación, africada en el modo y sorda porque no vibran las cuerdas vocales (siempre según la fonética normativa del español peninsular). Esto significa que, independientemente de las peculiaridades de cada hablante, al pronunciar este fonema, el aire escapa de golpe por un estrecho canal en el interior de la cavidad bucal, después de que la lengua haya obstruido momentáneamente su paso tocando con el dorso la zona de los alveolos superiores en el paladar .
Aprovechando esta particularidad articulatoria, las palabras que contienen la ch- son muy onomatopéyicas (imitan el sonido de la realidad que describen): chocar, chispa, chapotear, chasquido, cuchichear...
La más expresiva es para mí la palabra ¡achís!, que acompaña involuntariamente al estornudo. Otra palabra curiosa que hallaréis en el diccionario es chsss... que se usa cuando pedimos silencio con nuestro dedo extendido delante de los labios o cuando llamamos la atención de alguien sin decir su nombre.
Hay algunas que se han especializado en imitar fonemas de otras lenguas que se pronuncian de forma parecida. La mayoría proceden de la ch- francesa: chalé, champán, champiñón, chantaje, chalota, chantillí, chaqueta, chasis, chic, chófer... También de la ch- o sh- inglesa (champú, cheque), de la tx vasca: chacolí, changurro, chistu..., la ce-/ci- italiana (curiosamente esta lengua utiliza la h detrás de c para evitar su palatalización y che-/chi- suenan /ke/ y /ki/ en italiano: Cherubini), y otras transcripciones de lenguas eslavas como Checo, Chaikovski...
Si añadimos todos los americanismos del diccionario panhispánico (con sus variantes de pronunciación o alófonos y su extenso vocabulario), llegaremos a la conclusión de que esta letra tiene un valor universalizador nada desdeñable y que merece la pena descubrir. ¡Viajad por los diccionarios!
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