viernes, 28 de noviembre de 2008

Con la A: Alumbramiento

Abro este cuaderno con la primera letra del alfabeto: la A.

Aquí quiero compartir con mis alumnos y alumnas mis anotaciones de Lengua Castellana y Literatura, como estudiante perpetua de la materia y demás respetables espacios vecinos.

Aquí, en un futuro próximo, quiero publicar algunos de los trabajos de mis alumnos y alumnas. Aquí invito a compañeros y compañeras de tareas a sentarse, después de nuestro paseo cotidiano por el aula, para charlar a la sombra de las palabras.

Ahora me estreno con unas breves notas extraídas de la web oficial de la Real Academia de la Lengua Española (la RAE a partir de ahora): primero, un artículo sobre el alfabeto; después, un artículo sobre el artículo (fecunda palabra polisémica, como veis).



El abecedario y los dígrafos


El abecedario español está hoy formado por las veintinueve letras siguientes: a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.

Si bien las grafías ch y ll son en propiedad dígrafos —signos ortográficos compuestos de dos letras—, vienen considerándose convencionalmente letras del abecedario español por el hecho de representar, cada una de ellas, un solo sonido. La rr también es un dígrafo, pero, a diferencia de la ch y la ll, no se ha considerado nunca una de las letras del abecedario porque el sonido que representa es el mismo que el que le corresponde a la r en posición inicial de palabra o precedida de las consonantes n, l o s.

La variante española del alfabeto latino antes expuesta fue la utilizada por la Academia desde 1803 (cuarta edición del Diccionario académico) en la confección de todas sus listas alfabéticas. Pero en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se acordó adoptar el orden alfabético latino universal, en el que la ch y la ll no se consideran letras independientes. En consecuencia, las palabras que comienzan por estas dos letras, o que las contienen, pasan a alfabetizarse en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. Esta reforma afecta únicamente al proceso de ordenación alfabética de las palabras, no a la composición del abecedario, del que los dígrafos ch y ll siguen formando parte.



El agua, esta agua, mucha agua



El sustantivo agua es de género femenino, pero tiene la particularidad de comenzar por /a/ tónica (la vocal tónica de una palabra es aquella en la que recae el acento de intensidad: [água]).
Por razones de fonética histórica, este tipo de palabras seleccionan en singular la forma el del artículo, en lugar de la forma femenina normal la. Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área extenso, el hacha afilado).

Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).

Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no este hacha, aquel mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.).


[Más información en el Diccionario panhispánico de dudas].

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