domingo, 30 de diciembre de 2012

Con la M: MODERNISMO




Modernismo, Art Nouveau, Jugendstile, Sezession... Términos distintos, pero todos emparentados con un espíritu común de rebeldía antiburguesa que asaltó las páginas, los lienzos, las calles... hasta los más mínimos detalles cotidianos como lámparas, joyas, o etiquetas de productos de consumo durante el cambio de siglo XIX-XX.

El prestigio y la fama de pintores como Mucha, Klimt o los Pre-raphaelite ingleses (Hunt, Whaterhouse, Millais...) o de arquitectos como Gaudí no precisan más comentario. Internet está lleno de sus bellísimas imágenes.

En el mundo de las letras hispánicas, llega Azul (1888), de Rubén Darío, un poemario que iniciará una nueva, moderna corriente literaria engalanada con un exuberante preciosismo formal, lleno de juegos sensoriales y recursos métricos, que escapará hacia mundos idealizados lejanos, distantes, en el espacio (hacia Oriente) o en el tiempo (la Edad Media, la Grecia clásica...).

Siguiendo la estela de los parnasianistas y simbolistas franceses, los autores modernistas (los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán, o el propio Rubén...) pronto hallarán una voz propia, más íntima, auténtica, que se desviará de los temas 'escapistas' hacia el existencialismo filosófico, con un sentimiento trágico de la vida que proyecta sus sombras sobre una España conservadora y tradicionalista que se resiste a 'regenerarse'.

Esta generación de escritores, que dirigió su mirada hacia nuevas corrientes liberales europeas, que en muchos casos militó comprometida con las ideas revolucionarias, esa generación nacida del "desastre" del 98, nos dejó una colección de los más bellos textos en lengua castellana. Pero esta es otra historia.

Los derechos de autor me impiden mostraros enlaces preciosos sobre ciudades modernistas que encontré en la BBC... Algún día la cultura será abierta y libre... Y agradeceremos a los artistas sus creaciones citando sus nombres y reconociendo públicamente sus meritorios trabajos más allá de las aduanas que retienen a las ideas tras las líneas de los mapas.





















domingo, 27 de febrero de 2011

Con la LL: Llamada






Aunque la grafia LL ya había perdido su independencia en la ordenación de nuestros diccionarios (desde el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994), todavía seguía ocupando un lugar por derecho propio como una de nuestras veintinueve letras (dígrafo, junto con la ch-) del alfabeto. Su peculiar aportación al léxico del castellano como palatalización inicial de los grupos cultos latinos (PL-, CL-...), divergente de las otras lenguas románicas, me incitaba a dedicarle un artículo de gramática histórica en exclusiva. También estuve tentada por la sugerente idea de explotar las posibilidades fonéticas de la frase "La lluvia en Sevilla es una pura maravilla" -plagada de elles y con banda sonora cinematográfica incluida-.

Bromas aparte, la actualidad me hizo cambiar de idea: la LL acababa de jubilarse junto con la CH-, y ambas abandonaban el alfabeto: ahora tenemos 27 letras. Un serio contratiempo para este blog que nació con forma de abecedario.

El emblemático San Millán de la Cogolla, en La Rioja, cuna de la lengua en la que ahora escribo, fue el lugar elegido a finales del pasado año 2010 por los representantes de las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo para dar por terminada la nueva versión de la Ortografía -panhispánica- de la lengua española. El 28 de diciembre de aquel mismo año fue ratificada, coincidiendo con la Feria del Libro de Guadalajara (México).

Aquel día, al leer la noticia en prensa, automáticamente pensé en todas las entradas de este alfabeto que debería corregir o modificar a partir de ese momento... Y me entró una desazón terrible. Como segunda opción siempre podía eliminarlas y ya está. Pero quiero demasiado a mis pequeños artículos: detrás de cada uno se esconden hallazgos casuales a veces, pero las más de las ocasiones, largas reflexiones y cavilaciones, seguidas de intensas pesquisas por los libros de gramática, manuales de lengua y literatura, por archivos personales y por la red. O sea, que no estaba dispuesta a sacrificar de golpe tanto esfuerzo, ni tampoco a considerarlo inútil. Ya se me ocurriría alguna solución... Por otra parte, tras tanto tiempo en vía muerta, dudaba mucho que alguien siguiera mi blog todavía, de modo que, tampoco era urgente.


Unas semanas más tarde, un compañero en el trabajo me ha enseñado un titular de prensa donde aparecía la palabra gais -con i- y, de nuevo, me han entrado ganas de curiosear. Tras leer las recomendaciones acerca de este término en el DPHD (Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE) he rescatado la prensa de aquel mes de diciembre y leyendo, leyendo, he hallado la fórmula para actualizar los consejos ortográficos que he ido aportando hasta hoy en este personal alfabeto sin tener que mutilarlo o reescribirlo por entero.


En fin, que haciendo un homenaje póstumo a la vieja letra LL- no he dudado en aprovechar el concepto LLAMADA, en su tercera acepción, según el diccionario de la RAE, para matar dos pájaros de un tiro:


3. f. Señal que en impresos o manuscritos sirve para llamar la atención desde un lugar hacia otro en que se pone una cita, una nota, una corrección o una advertencia.


Bueno, pues sirva esta entrada también como una recopilación de LLAMADAS, o notas de CORRECCIÓN a todo aquello ya expuesto con anterioridad en este espacio de consulta llamado Azul y Rojo. 

(Para que fuera práctico, he decidido recoger solo -ahora sin tilde- aquellos cambios que afectan a los temas ya tratados en mis anteriores artículos, y que iré conectando con hipervínculos (asteriscos virtuales). En el futuro, me ceñiré a las nuevas normas, dando cuenta de las antiguas como reliquias.)



EXTRACTO DE NORMAS DE LA NUEVA EDICIÓN DE LA 
 Ortografía de la lengua española (2010)


- La i griega se llamará ye. Cosas del panhispanismo: América pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para la v; uve doble, ve doble o doble ve para la w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un solo nombre -"sin apellidos"- para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: "También decimos yeísmo". Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.


- Ch y ll ya no son letras. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, «signos ortográficos de dos letras». Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.


- «Solo en casa», ambiguo pero sin tilde. Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Pero ya desde 1959 las normas ortográficas limitaban la "obligatoriedad del acento gráfico" a las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré sólo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que «esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto», la nueva Ortografía indica que «se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos» . Eso sí, no se "condena" su uso si alguien utiliza la tilde. La RAE, no obstante, lleva ya décadas predicando con el ejemplo y, desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde en ninguno de esos casos.


-Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español, unos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a "aquellas personas que percibieran la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde.


- 4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción "o" se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.


- «Gran premio de Catar». Aunque no siempre lo fue, como recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/: "En nuestro sistema de escritura, la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior? Deberá hacerlo como si se tratase de "extranjerismos crudos": quorum, en cursiva y sin tilde. Los nombres propios, sin embargo, quedan excluidos. Llegará, pues, el día en que leer Qatar sea como leer London.


(La explicación y los ejemplos no son míos: Elpais.com - JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 06/11/2010 )

domingo, 14 de marzo de 2010

Con la L: Leer



¿Qué mejor palabra para ilustrar esta inicial? LEER.


Me siento en el pupitre de Daniel Pennac y tomo prestadas sus reflexiones en torno a este verbo*:

El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo "amar"..., el verbo "soñar"...

Claro que siempre se puede intentar. Adelante: "¡Ámame!" "¡Sueña!" "¡Lee!"...

Así empieza su libro Como una novela. (Pennac, Daniel. ISBN 978-84-339-1367-8; Nº de páginas 172. Colección Argumentos. Traducción Joaquín Jordá. Editorial Anagrama. Pág. 11)


Pero no es una novela. Es un ensayo sobre la difícil conciliación entre lectura y adolescencia, que concluye con un sorprendente decálogo sobre los derechos de los lectores:


1. Derecho a no leer.


2. Derecho a saltarnos las páginas.


3. Derecho a no terminar un libro.


4. Derecho a releer.


5. Derecho a leer cualquier cosa.


6. Derecho al bovarismo.


7. Derecho a leer en cualquier sitio.


8. Derecho a hojear.


9. Derecho a leer en voz alta.


10. Derecho a callarnos.


Si queréis saber cómo se llega desde la premisa inicial hasta estas afirmaciones tan rotundas, no tenéis más que leer el libro: es muy recomendable tanto para pedagogos como para estudiantes.

(*NOTA: Ya sé que los internautas nos repetimos unos a otros y que hallaréis estas citas en unas 11.400 entradas de Google. Pero creo imprescindible en nuestra tarea, como profesores o como alumnos, pararse a reflexionar sobre la importancia de la lectura, y no se me ocurría otra referencia más elocuente.)


Para los que quieran conocer un poco mejor a este autor, les dejo una antigua entrevista de Babelia: El 'torpe' Pennac, en ELPAIS.com.








La verdad es que suelo dejarme seducir por las portadas de los libros o sus títulos. Además, me divierte y me atrae conocer cómo empieza una novela antes de decidirme a leerla, juego que suelo practicar en el aula con mis alumnos.


Si sois de éste tipo de lectores, os recomiendo visitar la web Coleccionando principios. En ella no hallaréis críticas, ni fichas de lectura, ni resúmenes para vuestros trabajos escolares... Solamente el arranque de todas las novelas que los "coleccionistas" hemos disfrutado leyendo y queremos compartir. Podéis aportar vuestras colaboraciones simplemente copiando las primeras líneas de vuestras novelas favoritas, sin más.


Claro está que a veces las expectativas que se intuyen en las primeras líneas se estancan en algún punto de la lectura y hay que saltar ese muro imaginario que el autor construye para seleccionar a sus lectores. Con todo, siempre han sido más frecuentes los giros inesperados que me han impulsado a seguir, que los fracasos y el abandono. ¿Os habéis preguntado alguna vez qué pasaría si fuera el autor quien abandonara al lector en sus novelas?


Al hilo de este comentario, no puedo dejar de referirme ahora al libro que cambió mi percepción y mi idea de la lectura: una meta-novela formada por diez principios de diez historias distintas que el autor abandona en el transcurso de la lectura dejándonos suspendidos en la intriga de todas y cada una de ellas, hasta llegar a... (y hasta aquí os puedo contar). La trama que entreteje estos fragmentos gira en torno al placer de leer y a todo cuanto nos convierte en LECTORES con mayúsculas.


Se trata de Se una notte d'inverno un viaggiatore, de Italo Calvino*, (Oscar Mondadori, Milano 1994) que podéis encontrar traducida al castellano (Si una noche de invierno un viajero, Editorial Siruela, 1999) y al catalán (Si una nit d'hivern un viatger, Edicions 62, 1999). Y para "hacer boca" os dejo algunas de sus primeras líneas...


Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo en senguida, a los demás: "¡No, no quiero ver la televisión!" Alza la voz, si no te oyen: "¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!" Quizás no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: "¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!" O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz...

(*NOTA: También os recomiendo su trilogía El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente. ¿Sabíais que el Tricicle ha hecho una adaptación escénica de estos cómicos personajes?)








domingo, 27 de diciembre de 2009

Con la K: Koiné



Desconocida para Antonio de Nebrija, "peregrina y superflua" para Gregori Maians, expulsada del alfabeto por la RAE en 1815 y readmitida en 1869, la k es actualmente un rasgo de identidad o procedencia de algunas palabras "extrañas" o "exóticas" de nuestro diccionario.

La letra K/k aparece en palabras adoptadas por el castellano, "procedentes de otras lenguas en las que se ha buscado respetar la ortografía originaria, o en voces transcritas de lenguas que emplean alfabetos no latinos, como el griego, el japonés o el ruso: káiser, kappa, karaoke, kermés, kilo-, kiwi, Kremlin, kriptón, kurdo, anorak, búnker. Muchas de ellas pueden también escribirse con c o con qu, como quermés, quimono, criptón o curdo." (RAE, Diccionario panhispánico de dudas, 1ª edición)

Al margen del uso ideológico de la grafía K que han adoptado diversos movimientos anarquistas o revolucionarios -por ejemplo en la jerga okupa-, defiendo el uso de esta grafía como una forma de empatía, de integración y respeto hacia otras culturas, más que por una razón lingüística o filológica, aunque su trascendencia en el conjunto del léxico sea casi anecdótica.

Con esta inicial foránea designamos precisamente la lengua común compartida por los hablantes de distintas variedades idiomáticas: la koiné.

En época helenística se llamó koiné al griego procedente del dialecto ático que compartían la clase culta, los mercaderes y los emigrantes. Esta variante fue extendiéndose a las áreas de influencia de la cultura griega. Las aportaciones de las lenguas en contacto de otros pueblos fueron transformándola y la convirtieron en una variante muy innovadora, alejada del ático más clásico que defendían los puristas.

Esta aportación de elementos extraños a una variante lingüística, que se acaba convirtiendo en el dialecto compartido por todos, es un fenómeno recurrente en otras muchas lenguas a lo largo de la historia de la humanidad -como ocurre actualmente con el inglés-.

Así, la vieja K de origen fenicio (emparentada con el jeroglífico egipcio que representa una mano en forma de cuenco para beber) sigue uniendo, en la palabra koiné, pueblos que hablan lenguas distintas, sin tener que renunciar a ellas.

Y para terminar el artículo (y el año 2009), os dejo unas K esparcidas en imágenes y Haikus:



Me compré un tango
en el kiosco de adioses
del aeropuerto.

...

Me gustaría
que el año comenzara
todos los sábados

(Rincón de haikus, Mario Benedetti, Madrid: Visor, 1999; México: Alfaguara, 1999).

domingo, 25 de octubre de 2009

Con la J: Jaleo



Con esta genuina letra del español (desconocida fonéticamente en las otras lenguas románicas) se baila y se canta:
La jota:
(2).
(Del antiguo xota, este del mozárabe *šáwta, salto, y este derivado del latín saltāre, bailar).
1. f. Baile popular propio de Aragón, usado también en otras regiones de España.
2. f. Música con que se acompaña este baile.
3. f. Copla que se canta con esta música, formada generalmente de cuatro versos octosílabos.
(Diccionario de la RAE)

Así que este podría haber sido un artículo jocoso. Sin embargo, sé que a los alumnos no les divierte la Jota; más bien la temen, porque esta grafía acarrea grandes dudas ortográficas en competencia con la grafía G (y por ello la consiguiente penalización en la nota de sus trabajos escritos). Si tenéis dudas, echad un vistazo a esta ficha en Kalipedia.

En fin, que preparar este artículo sobre la J podía derivar en un auténtico JALEO (en varias de sus acepciones):

4. m. coloq. Diversión bulliciosa.
5. m. coloq. Alboroto, tumulto, pendencia.
6. m. coloq. Confusión, desorden.
(Diccionario de la RAE)

La Real Academia Española mantiene la norma para el uso distintivo de esta grafía, la J, basándose en la etimología de las palabras; pero algunos escritores han defendido eliminar este conflicto entre G/J (ante -e/-i) en favor de la segunda, en un afán simplificador destinado a los usuarios del idioma: cuando fonéticamente suenan igual, mejor eliminar la diferencia.

Y no se trata de autores de tres al cuarto que no sepan ni jota: hablamos, entre otros, de dos Premios Nobel de Literatura: Juan Ramón Jiménez, premiado en 1956, quien exhibía su desacuerdo en la inicial de su apellido y como norma en todas las publicaciones de sus textos ("Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas...!); y Gabriel García Márquez, a su vez galardonado en 1982, quien se atrevió a defender su rebeldía frente a la Academia nada menos que en el discurso de apertura del I Congreso Internacional de Lengua Española en Zacatecas, Mexico, el año 1997.

Os invito a leer el texto íntegro de su intervención donde propone simplificar la ortografía: Botella al mar para el dios de las palabras. La polémica está servida.

También recomiendo su artículo obituario La mujer que escribió un diccionario, dedicado a María Moliner, a quien quiso conocer infructuosamente en 1981, unas semanas antes de que la enfermedad se la llevara para siempre (publicado por El País el 10 de febrero de ese mismo año).

En cuanto a Juan Ramón, siempre es agradable regresar a su Lírica de una Atlántida, a su Platero y yo o a cualquiera de sus Antolojías (recuerdo la edición de Aurora Albornoz que me prestó un amigo para una de nuestras lecturas obligatorias de COU; el libro cayó accidentalmente dentro de un barreño de grasa para maquinaria: al rescatarlo, bajo su oscura cubierta, las hojas se habían transformado en esquelas, con un luctuoso marco negro que alcanzaba los márgenes justo hasta donde empezaba el texto impreso, en el centro de cada página...).

Anécdotas aparte, quería presentaros el sitio oficial de la Fundación Zenobia - Juan Ramón Jiménez , un rincón de la web donde navegar no sólo por la vida y obra del poeta, sino también por la de su fascinante y culta esposa, Zenobia Camprubí Aymar, quien rescataba a Juan Ramón de sus crisis depresivas y lo protegía de sus propios temores. Ella le inspiró su mejor poesía: Diario de un poeta recién casado. Francamente, un delicioso hallazgo que vale la pena compartir.

Os dejo con los versos de Juan Ramón en el más breve e intenso poema que jamás se escribió. Su sentido último: la simplicidad.

¡No le toques ya más,
que así es la rosa!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Con la I: Iluminar, Inventar, Imaginar...


La primera letra del alfabeto con apellido: I LATINA.


Podría haber aprovechado esta excusa, como suelo hacer siempre, para hablar del origen etimológico de las grafías I/Y; o de su frecuente confusión con la cifra romana I (uno) en algunas tipografías y de la conveniencia de usar el número con "caja baja" de imprenta cuando escribimos los siglos; o recordar algo del famoso cuadro de evolución de la "yod" y sus efectos, que era pregunta ineludible en los exámenes de Dialectología y Gramática Histórica en mis años de estudiante de Filología... Demasiado aburrido.


Después pensé en algo más exótico y me puse a investigar sobre los IDEOGRAMAS de la escritura japonesa. Hallé una imagen de la I, que se traduciría como Espíritu, Ser, Voluntad... Demasiado complicado.


También se me había ocurrido poner los puntos sobre las íes acerca de palabras castellanas de escritura y pronunciación dudosa como "Idiosincrasia", cuya peculiar terminación en -asia (que no -acia) siempre me ha sonado a andaluz seseante; o podría haberme acercado al prefijo negativo in- y sus variantes ortográficas (i-, im-)... Demasiado normativo.


Así que decidí echarle imaginación e ignorar mi inclinación hacia la Lingüística, para intentar igualar la entrada sobre Greguerías, que tanto éxito ha tenido. Esta vez, las ilustraciones con que intento iluminar mis artículos son un regalo de mis alumnos de 2º de ESO B del pasado curso. Bueno, me he permitido la licencia de llamarlas Poesía visual, pero ellos ya han aprendido que son caligramas...


En estos tiempos en los que la creatividad de nuestros niños y jóvenes parece sufrir una cierta atrofia, yo sigo retando a los estudiantes a que se atrevan a inventar, a imaginar... ¡Y siempre funciona!






jueves, 28 de mayo de 2009

Con la H: la muda que habla


La letra hache del idioma español no representa un sonido; como mucho, es una aspiración... Diríamos que "aspira" a ser consonante, como heredera de la F- latina que fue en el pasado, o como compañera de la consonante C (por ejemplo en la Ch- que ya vimos).

Metáforas aparte, la H se considera letra muda en la península -excepto en Andalucía y Extremadura-, así que, aprovecho esta circunstancia tan peculiar y exclusiva de esta letra para hablaros de una lengua -o lenguaje- que no tiene sonidos: la LSE, es decir, la Lengua de Signos Española.

El lenguaje de signos es un sistema de comunicación basado en signos manuales/gestuales más o menos espontáneos. Incluye también un alfabeto dactilológico, en el que cada letra es sustituída por un signo. Sin embargo, la LS comprende al menos unas cincuenta lenguas prácticamente ininteligibles entre sí (por ejemplo la americana y la española) y numerosos dialectos, algunos de los cuales coexisten dentro de una misma ciudad. Es una lengua viva que está en continua renovación, incorporándose neologismos a medida que se van necesitando.

Hasta el 15 de enero de 2006 no se reconoció en España como oficial la LSE. Esta era una reivindicación històrica de la comunidad sorda y los discapacitados auditivos o personas sordociegas que diariamente se encuentran con barreras de comunicación infranqueables. La nueva normativa pretende facilitar el aprendizaje de esta lengua en la escuela y permitirá a los sordos solicitar intérpretes en los servicios y ámbitos públicos y privados (como centros sanitarios, culturales, de ocio, transportes públicos, participación política y medios de comunicación).

Os animo a que contactéis con las asociaciones como FIBESORD o AAS para la integración de las personas sordas, que imparten cursos de formación en LSE, y os inscribáis en alguno de ellos. La experiencia de compartir el lenguaje gestual y el silencio es muy enriquecedora a la par que entretenida. ¡Ah! eso sí, ¡es imposible tomar apuntes!